Córdoba

Miramar de Ansenuza: el mar de Córdoba

Por Patricia Veltri

Miramar despierta con bandadas de teros y otras aves que sobrevuelan la laguna de agua salada más grande de Sudamérica y la quinta en el mundo de 253.500 hectáreas, ubicada en el nordeste de la provincia de Córdoba, a casi 200 km de la ciudad capital.

Como un mar sin olas se pierde en el horizonte y resguarda las propiedades curativas de su lecho fangoso. También, es hábitat de flamencos que conforman una colonia de unos mil ejemplares que tiñen de rosa el paisaje.

Algunas de las aves que sobrevuelan sobre los turistas son parate de las bandadas que se desplazan cada año desde Canadá hasta Ushuaia, usando como posta a Mar Chiquita.

En esta localidad balnearia cordobesa, empezando por su nombre, todo remite al espejo de agua y sus propiedades terapéuticas. Es un imperdible entonces una navegación en lancha o catamarán para comprender su dimensión y apreciar el paisaje en plenitud.

Otro de los principales atractivos de Miramar es el ex Gran Hotel Viena, ahora museo.

En el verano de 1936 la familia Pahlke, de origen alemán, recalaba en este pueblo buscando sanar de asma a la mujer del matrimonio y de psoriasis a uno de los hijos.

Máximo Pahlke, jefe de familia, era por entonces gerente general de la empresa alemana Manesmann en Buenos Aires. Se alojaron en la humilde Pensión Alemana. Un año después, regresarían a Buenos Aires totalmente curados. En agradecimiento decidieron invertir en Miramar. Sería el puntapié que derivó en la construcción de un hotel de vanguardia para su época.

Entre los detalles que destacaban en el Gran Hotel Viena puede enumerarse que en la planta baja contaba con sucursal bancaria, central telefónica, peluquería para hombres y mujeres y sucursal de correo. También, un comedor para 200 cubiertos, con vajilla de loza inglesa, copas de cristal y cubiertos de alpaca. Todo con el escudo del hotel: un águila bicéfala.

Las habitaciones contaban con baño privado con bañera, balcones con vista al mar y teléfono. Las plantas se unían con ascensor. Adornaban espejos de cristal inglés y las lámparas eran de bronce y cristal biselado. Las paredes recubiertas con mármol de Carrara importado de Italia y los salones se iluminaban con arañas de las que colgaban estalactitas de cristal.

Los comedores estaban asignados para los señores y señoras; y aparte para los niños, institutrices y choferes.

Tenía en los sótanos una cámara frigorífica donde se conservaban la carne de cerdo y aves del propio criadero. Panadería propia, proveeduría con latas de conserva para alimentar 100 personas durante un mes y una bodega con 10 mil botellas de vino.

Había un pabellón termal para fango terapia, sauna con asistencia médica, enfermeras y masajistas.

La piscina externa estaba dividida en dos partes: una de agua dulce y otra salada.

Otros detalles eran desde la propia fábrica de hielo hasta la usina eléctrica y una torre de 22 metros para proveer de agua a los 6.800 metros cuadrados cubiertos de construcción.

La gran sorpresa fue que cuando se terminó de construir en su totalidad , en diciembre de 1945, la familia decidió su retorno a Buenos Aires. Dejaría a cargo al jefe de seguridad, Martín Kruegger. La fecha coincidía con el final de la Segunda Guerra Mundial y la expropiación de bienes alemanes en Argentina. A partir de allí comenzarían a tejerse leyendas que incluyen hasta quienes creen haber visto al mismo Hitler hospedado en el hotel. Los dueños regresaron a Alemania y tiempo después, Kruegger, único habitante del hotel, fue encontrado muerto allí. Esto alimenta también la creencia de que un fantasma habita los ambientes del Gran Hotel Viena, hoy convertido en Patrimonio Histórico y museo.

La laguna que parece mar

Miramar de Ansenuza tiene casi tres mil metros de costanera y playas sobre la laguna de Mar Chiquita que son visitadas por unos 15 mil turistas  en temporada alta. La costanera destaca como paseo para recreación diurna y nocturna con luminarias. Allí se ubican hoteles, bares y restaurantes

Existe un proyecto para que antes la laguna de Mar Chiquita forme parte de un Parque Nacional con 800.000 hectáreas, entre la laguna, bañados y pastizales; 300 mil y 500 mil aves; y la colonia de flamencos.

La apuesta es que del millón de hectáreas que conforman hoy la reserva provincial de usos múltiples, 200.000 sigan bajo esa figura y 800.000 sean convertidas en parque nacional. Eso permitiría que se puedan conservar las actividades productivas que desarrollan. Y además se convierta en el Parque Nacional más grande de la Argentina.

La laguna es escenario de uno de los atardeceres más maravillosos que pueden observarse en la provincia de Córdoba. Al caer la tarde, el sol como una perfecta esfera anaranjada se apoya sobre la laguna Mar Chiquita, muy suave, y se va sumergiendo en un efecto óptico hasta que las aguas calmas se devoran la última porción.