Córdoba

Embalse de Calamuchita remó en plena noche

(Patricia Veltri).-

La quietud del lago de Embalse de Calamuchita el sábado al atardecer contrasta con el ajetreo de unas 300 personas de todas las edades –desde niños hasta mayores de 70 años- alrededor de kayaks sobre la orilla, entre el suelo de pasto y el agua. Hay una luz ambiente que oscurece las siluetas resaltadas por una remera flúo con la inscripción Embalse Rema y un sol anaranjado como una bola de fuego que asoma entre nubes blancas y espesas, que va bajando en cámara lenta sobre la línea del horizonte, entre el cielo y el borde del espejo de agua.

La escena es la previa a un evento amateur que proponen en la localidad de Córdoba que registra este finde un 99 por ciento de ocupación, que convoca a deportistas náuticos y hasta periodistas que vivirán la experiencia como bautismo.

Se trata de una travesía de 9 kilómetros que habrá que cubrir en cuatro tramos en plena noche, remando en pareja o en kayaks individuales. El premio es llegar. Una meta como la vida misma. Cada uno a su tiempo.

Sobre los últimos minutos de luz natural, los organizadores llaman a una charla técnica y la arenga motivacional. Paula Bezzoni, Lorena Costa y David Gallardo son los palistas mentores del evento Embalse Rema que lleva varias ediciones y en cada una crece en participantes y apoyo, incluida a la Municipalidad local.

Unos minutos pasados las ocho de la noche parten las 117 embarcaciones dobles y 48 simples más el apoyo de 14 lanchas de la organización, de particulares, de bomberos, y de las áreas de Seguridad Náutica y Policía Náutica de la Provincia que tienen la misión de resguardar y prestar auxilio.

El lago sigue planchado, los deportistas se perciben entusiasmados y hasta eufóricos, y a los periodistas con el pulso acelerado. Desde una de las lanchas de apoyo se los ve como un puñado de luciérnagas: la negrura de la noche solo permite ver siluetas y las luces led que llevan los remeros en una vincha frontal y algunas palas de remo tuneadas con luces.

A poco de la travesía se levanta viento y el lago se pone picado. Las olas complican y obligan a mayor esfuerzo. Algunos vuelcan y se mantienen a flote con los chalecos salvavidas, son rescatados y continúan. Se oye más de lo que se ve.

El viento calma y en medio del lago los organizadores agrupan a los participantes para proponer escuchar el silencio bajo las estrellas. Se apagan las luces frontales y a poco empieza a sonar un golpeteo rítmico de percusión a nivel del agua. Son palmadas sobre los kayaks que emocionan y animan a seguir con entusiasmo.

Un rato después, otro alto para recuperarse del cansancio mientras lanzan desde un sitio difuso, visto desde el lago, un destello de fuegos de artificio que impulsan a seguir con ganas.

Cuando van dos tercios de trayecto asoma el puente y su torre que son la identidad de Embalse, iluminado con luces led de colores. Falta el último tramo y el ánimo no decae. Por ahí, en medio de la noche sólo iluminada por las estrellas y una luna que asoma en cuarto creciente, enorme y anaranjada, se escucha: “¿Hay alguien de Alta Gracia o soy el único?” y le siguen risas como respuesta.

Al cabo de 2 horas y media asoma la costa, desde el mismo sitio de partida. Los 306 participantes humanos y un perro que acompañó a su amo se bajan de sus kayaks para arrastrarlos a pulso por un cordón de personas que aplauden el logro. Meta cumplida que corona con el abrazo fraterno de quienes esperaron en tierra.