Día Nacional de la Ballena Franca Austral
Se celebra en homenaje a Garra, un ejemplar que fue rescatado por la gente. Existe un programa científico de conservación e identificación. Hay familias de hasta 5 generaciones, como una albina.
Cada 25 de septiembre, se celebra en Argentina, el Día Nacional de la Ballena Franca Austral para recordar el aniversario del rescate realizado en 2002 de “Garra”, un juvenil de ballena franca que se enredó en las cadenas de un catamarán y que gracias al esfuerzo conjunto de los vecinos de Puerto Pirámides pudo ser liberado.
Este año, la conmemoración se da en un contexto diferente. Puerto Pirámides, epicentro del turismo de avistaje de ballenas en Argentina, se encuentra sin poder recibir a los miles de turistas que viajan desde todo el país y de diversas partes del mundo para ir al encuentro de las ballenas.
Península Valdés es un Área Natural Protegida de la provincia de Chubut. Abarca las aguas de Golfo Nuevo donde cada año llegan las ballenas para cumplir su ciclo reproductivo. Allí tienen a sus crías, las amamantan y cuando ya están listas para procurarse su alimento, parten hacia otras latitudes donde encuentran el kril para su sustento.
Existe un programa de conservación e identificación de las ballenas que realiza una organización no gubernamental, cuyas siglas son ICB. Justamente ello fue lo que permitió identificar a Garra como protagonista del evento de salvataje: se sabe también que nació en 2001 y es hija de “Victoria”, una ballena que los científicos conocían desde el inicio de este programa.
Una familia de ballenas de 5 generaciones
Entre las 3.800 ballenas francas identificadas en las costas de Península Valdés hay grupos familiares de 5 generaciones, entre ellos, el de la ballena 71 (algunas son bautizadas con nombre y otras con número). Dos de sus bisnietos fueron registrados recientemente. Se trata de Espuma, nacido en 1994 y su hermana Paciencia, nacida en 2008.
El doctor Roger Payne, inició el Programa de Investigación Ballena Franca Austral hace exactamente 50 años cuando descubrió que podía identificar a los individuos de esta especie a partir del patrón de callosidades que tienen sobre su cabeza. Desde entonces, Vicky Rowntree ha foto-identificado a la mayoría de las ballenas francas de esta población. Algo así como tener el DNI de las ballenas francas que visitan las costas de Argentina.
Fue en el inicio de este programa, en 1973, cuando Roger identificó a una hembra adulta, la Ballena 71. Gracias a la continuidad anual de los relevamientos aéreos de foto-identificación, se la pudo registrar con crías a lo largo de seis años diferentes.
Espuma y Paciencia son bisnietos de 71, nietos de Antonia e hijos de Docksider; y pertenecen a la cuarta generación conocida de esta familia.
Espuma nació en 1994 y es la primera cría de Docksider. Recibió este nombre por su particular coloración blanca y su comportamiento tan sociable. Fue una ballena muy conocida en la bahía de Puerto Pirámides e inclusive fue protagonista del libro de cuentos, “Espuma, la ballena blanca”, escrito por la capitana Diana Visintini.
Después de 1995 no se volvió a tener más noticias de esta ballena, hasta que recientemente, la investigadora Florencia Vilches del equipo de fotoidentificadores del ICB, comenzó la búsqueda de las ballenas que fueron monitoreadas satelitalmente por el proyecto “Siguiendo Ballenas” . Particularmente Florencia, estaba buscando a “Mariposa», un macho morfo-gris, que fue equipado con un dispositivo satelital durante la temporada 2017 frente a las costas de San Antonio Oeste (Río Negro).
Esta ballena, tan única y especial, también fue integrante del Programa «Adoptá Una Ballena», al igual que su madre Docksider.
Florencia recuerda con emoción el momento del reencuentro con Espuma, después de 22 años: “La particular pigmentación de Mariposa ya auguraba una búsqueda más ágil, ya que son poco más de 250 los individuos morfo-grises (blancos) presentes en el catálogo. Dado que en este tipo de animales es difícil diferenciar las callosidades blanquecinas del resto de la cabeza, utilizamos el patrón de manchas negras que tienen en su cuerpo para detectar una coincidencia. Rutinariamente entonces, comparé a Mariposa con los individuos morfo-grises que conocemos, uno por uno. Entre ellos estaba Espuma, a quien no veíamos desde 1995, por lo que comparé sus manchas con las de Mariposa con poca esperanza. Las manchas comenzaron a coincidir, una tras otra, y es ahí donde llegó esa adrenalina indescriptible que experimento en los microsegundos previos a confirmar que estoy ante una ballena conocida. Tras 22 años sin novedades podemos decir, ¡bienvenido de vuelta, Espuma! Y, además, podemos conocer su ruta migratoria de ese año gracias al proyecto “Siguiendo Ballenas”.
Paciencia, la hermana menor
Docksider, tras ser madre muy joven de Espuma a los 7 años de edad, fue registrada nuevamente con cría en 1999, en 2005 y en 2008. Justamente su última cría y hermana menor de Espuma es otra de las ballenas que pudimos reconocer gracias a las fotografías obtenidas a través del proyecto “Siguiendo Ballenas”.
Se trata de Paciencia, que fue una de las 23 ballenas marcadas con rastreadores satelitales durante la temporada 2019. Con 11 años de edad, Paciencia estaba en el Golfo Nuevo con una hermosa cría morfo gris, igual que su tío Espuma, al cual el equipo de investigadores del proyecto “Siguiendo Ballenas”, llamó Aconcagua.
Hermanos viajeros
Paciencia junto a su cría recorrieron 17.663 kilómetros durante los 190 días que su rastreador emitió señales. Al salir del Golfo Nuevo, recorrió buena parte de la plataforma continental argentina y zonas de mares profundos a unos 1.000 kilómetros al este de Península Valdés, donde permaneció varias semanas alimentándose.
Espuma, que fue marcado con un rastreador satelital durante la temporada 2017 del Proyecto «Siguiendo Ballenas» en cercanías de San Antonio Oeste (Río Negro), prefirió alimentarse en áreas frente a las provincias de Buenos Aires y de Santa Cruz.
Una de las crías de la ballena 71, que nació en 1975, llamó la atención por sus manchas blancas sobre su espalda y fue nombrada Antonia. Roger Payne le dio ese nombre en agradecimiento a Antonio Torrejón, que fue ministro de Turismo de Chubut y colaboró con él para poder iniciar este programa de foto-identificación hace 5 décadas.
Antonia creció y se convirtió también en una madre muy prolífica que tuvo al menos 9 crías en las aguas costeras de Península Valdés; la última nacida en 2013. Una característica muy particular de esta ballena son las manchas blancas sobre su lomo que son hereditarias. Y así lo demuestra Docksider, su cría nacida en 1987 y madre de Espuma y Paciencia. Recibió ese nombre porque cuando era juvenil, Roger la fotografió cerca del muelle en Puerto Madryn y por eso le dio este nombre que significa “al lado del muelle”. Este comportamiento es típico de las ballenas juveniles, que son muy curiosas y con frecuencia juegan en lugares insólitos.
Conocer 5 generaciones de esta familia ha permitido aprender sobre los hábitos reproductivos de las ballenas francas en las costas de Península Valdés y mejorar el entendimiento acerca de la biología de la especie.
Programa de adopción de ballenas: https://ballenas.org.ar/programa-de-adopcion/