Nacida de una desobediencia, Córdoba cumple 447 años
La ciudad de Córdoba nació de una desobediencia y quizá ese hecho histórico marcaría su característica rebelde. Fue fundada el 6 de julio de 1573 por el conquistador Jerónimo Luis de Cabrera, desoyendo el mandato del virrey del Perú. El acto fundacional se concretó en la margen izquierda del río Suquía y la llamó Córdoba de la Nueva Andalucía, como un homenaje a su esposa nacida en esa ciudad de España.
El adelantado español, perteneciente a la corriente colonizadora del Perú, tenía como misión fundar un asentamiento a la altura del valle de Lerma, donde se ubica la actual ciudad de Salta. La nueva población quedaría incorporada a la Provincia del Tucumán, con el fin de proveer de alimentos, vestidos y ganado mular al centro minero de Potosí y ser un punto estratégico de escala entre el Alto Perú y el Río de la Plata.
El lugar donde fundó Córdoba, estaba habitado por los aborígenes comechingones, que vivían en comunidades denominadas “ayllus”; eran de barba tupida, agricultores y habitaban viviendas semienterradas.
El primer asentamiento se organizó en un fuerte, en las alturas del actual barrio Yapeyú, respetando el emplazamiento aborigen en el valle de Quizquisacate, a orillas del río, según lo mandaban las Leyes de Indias.
Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo, había nacido en Sevilla en el año 1528, fue un militar, explorador, conquistador, colonizador, comendador, adelantado interino y gobernante español en Sudamérica. Antes de Córdoba, había fundado la ciudad de Ica, en Perú. Eso le valió el nombramiento de corregidor y justicia mayor de Potosí por parte del cuarto virrey del Perú, Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva. El virrey Francisco Álvarez de Toledo, lo nombró gobernador del Tucumán en 1571.
En junio de 1573, el gobernador Cabrera preparó mulas, caballos, ovejas, cerdos, gallinas, que sumaban total de mil animales. Tomó más de 100 hombres de las ciudades de Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán y Nuestra Señora de Talavera, y marchó hacia el sur, hacia la región de los comechingones.
Cabrera decidió desobedecer expresamente el mandato virreinal y fundar una ciudad más al sur. Eligió una región de tierra más fértil y clima más benigno que la de Santiago del Estero. Tras un primer intento el 24 de junio de 1573 en el asiento de Quisquisacate, el 6 de julio fundó una ciudad a la que llamó Córdoba de la Nueva Andalucía.
De esa manera cumplió con una promesa que le había efectuado a su esposa, en homenaje a la tierra de donde ella y su familia provenían, sumado a la semejanza del paisaje y sus pobladores comechingones.
Por desobedecer las órdenes, sería reemplazado en el cargo en 1574 y ejecutado en el mismo año.
El cargo como gobernador del Tucumán fue asumido por Gonzalo de Abreu y Figueroa en 1574.
Existen dos versiones sobre la muerte de Jerónimo Luis de Cabrera: una, que recibió el garrote junto a su propio lecho de enfermo, sin permitírsele recibir los sacramentos ni poder despedirse de su esposa e hijos. La otra, que como era hidalgo, evitó ser muerto con garrote vil, pero fue trasladado a Santiago del Estero y decapitado el 17 de agosto de 1574.
El nuevo gobernador se apropió de los bienes de su antecesor y dejó en la calle a la viuda Luisa Martel de los Ríos. Con un amor incondicional ella lo había seguido en ese camino cargado de peligros e incertidumbres de batallas y conquistas. A pura tenacidad, viuda y a cargo de los 5 hijos en común, logró recuperar los bienes y limpiar el buen nombre de su esposo.