La chaya riojana latió con alegría, harina, albahaca y récord de recaudación
(Texto Patricia Veltri, enviada a La Rioja. Fotos: Jonás Masud y Patricia Veltri).- Dicen que cada febrero la niña Challai regresa convertida en rocío, como lágrimas derramadas por su amor frustrado hacia el joven Pujllay. Forma parte de la leyenda que da origen a la celebración de la chaya, en tiempos de carnaval, en esta región del norte argentino.
Es jueves 13 de febrero y sobre La Rioja cae una lluvia refrescante en la noche que da inicio a la Fiesta Nacional de la Chaya, la más representativa del pueblo riojano, mientras una grilla de artistas que cierra con Jorge Rojas, hace cantar y bailar a una multitud frente al escenario montado en el Autódromo municipal.
Todo espacio público o privado está adornado con banderines de colores y se multiplican los muñecos de trapo que representan al joven Pujllay embriagado y “ladeao”. Suenan coplas y vidalitas. El aire huele a albahaca fresca que las personas llevan detrás de la oreja como adorno, de tributo a la Pachamama, para ahuyentar al diablo, y como símbolo de amistad.
En la plaza principal de la capital, en las calles de los barrios, en los pueblos, en los patios de las casas, todos bailan y cantan coplas y vidalitas a pleno sol impiadoso. Llueve harina.
La Rioja late, vive y respira chaya.
El viernes 14 la cita a puertas abiertas a quien lo desee, es en la finca del músico Pino Romero, ubicada en La Aguadita, a unos 8 kilómetros de la ciudad por camino de tierra. La Fiesta del Rancho Alegre ya es tradición. Un escenario montado en un patio de tierra que hace de pista para bailar y saltar abrazados, es usado por los músicos que comparten su arte voluntariamente.
Hacia el mediodía, entre los algarrobos que rodean al patio adornado con hileras de banderines, la muchedumbre arde de alegría y calor cuando Pino entona lo que parece un himno chayero: “Las cajas ya están templadas/los bombos bien estirau/es que se viene la chaya/riojana con el Pujllay/los changos y las chinitas/las calles ya han adornau/con ramilletes de albahaca/con el muñeco ladeao/Las pacotas a caballos/recorren por la ciudad/entonando vidalitas y coplas pal carnaval/…Un grupo de niños a caballo ingresa al patio portando al muñeco de Pujllay, se enciende aún más la algarabía y todo queda empolvado con harina.
Luego será el momento de compartir la guagua: una especie de pan dulce recubierto con azúcar glaseada. Hay una con forma de bebé (es la traducción de guagua) y otra de corona. Es una bendición comer un trozo.
El ritual continúa con más baile y luego el topamiento: de un lado las mujeres, del otro –pasillo de por medio- los varones. Al compás de una vidalita los grupos se entreveran para seguir chayando. De allí saldrán elegidos una comadre y un compadre. La pareja adornada con un collar de albahaca y hojas verdes baila danzas folclóricas.
Mientras, sobre una mesa dispuesta en una galería con techo de ramas apoyan una fuente con una cabeza guateada (cabeza de vaca cocinada en un pozo de tierra) envuelta en un papel marrón. Todos comen con las manos, al estilo carancheo. Cabe resaltar que es una delicia.
Es tiempo de quemar a Pujllay para emular el final trágico de la leyenda. En el centro del patio se le prende fuego y le bailan en ronda como a una fogata. Representa el entierro del carnaval.
Y para Pino Romero, otro año de satisfacción, de la felicidad de ofrecer su casa para compartir cultura y tradiciones en un clima de amistad, como desde hace 11 años, cuando inició la Fiesta del Rancho Alegre.
En tanto, la fiesta oficial desarrollada por el gobierno de la provincia de La Rioja, con el apoyo del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, transcurrió por las noches en el autódromo, desde el 13 al 17 con una grilla en la que hubo homenajes emotivos a folcloristas pródigos como Pica Juárez; consagrados nacionales como Abel Pintos, Soledad Pastorutti, Luciano Pereyra, el grupo Los Palmeras; y un apotéotico show del embajador de la chaya, Sergio Galleguillo.
La secretaria de Promoción Turística de la Nación, Yanina Martínez, viajó especialmente para compartir la fiesta. En un encuentro con periodistas de medios nacionales invitados por el gobierno riojano, la funcionaria hizo hincapié en “que cuando se trata de celebrar y mantener viva la cultura, todo esfuerzo económico es una inversión y no un gasto”. En el mismo sentido opinó el gobernador Ricardo Quintela, quien además adelantó que está trabajando en acciones para difundir aún más la cultura y atractivos provinciales, como la apertura de casas de La Rioja en Mendoza y Córdoba; así como ampliar la conectividad aérea.
Por su parte, el ministro de Turismo y Culturas de La Rioja, Gustavo Luna, informó que la Fiesta Nacional de la Chaya 2020 recaudó más de 32 millones de pesos en venta de entradas, lo que representa un 40 por ciento por encima de la edición del año pasado. “Además, hay que considerar que la ocupación hotelera ha sido muy importante, y que toda la dinamización turística en general implicó que directa o indirectamente, los recursos que derrama el festival, fueran a los bolsillos de cada riojano”.
Pero todo el mes de febrero en La Rioja es carnaval. Aún restan días para vivirla. Y así será año tras año. Está escrito y se canta en tono de copla: “es la chaya riojana/como ella no hay igual/el que quiera conocerla/que venga pal carnaval”.