Córdoba

Embalse fue una fiesta en el cierre de su festival emblema

Embalse de Calamuchita fue una fiesta. El Festival Un Canto a la Vida 2018 coronó su edición número 33 con 8.500 almas saltando y cantando,  empapadas con nieve loca y harina mientras Sergio Galleguillo entonaba Niñachay.

En el cierre de su festival emblema, el último domingo, el público se ubicó en reposeras frente al escenario montado al aire libre para emocionarse con Víctor Heredia, bailar cuarteto con Coki Ramírez y chayar según el ritual de Carnaval que propone el riojano Sergio Galleguillo.

Las lluvias intensas del sábado habían obligado a la suspensión y reprogramación de la segunda noche del festival que había dado inicio el viernes 12 con el show de Jorge Rojas que colmó el predio de público.

La reprogramación resultó en una noche inédita por la duración: desde las 19 hasta las 4 de la madrugada se sucedieron los shows de Víctor Heredia, Coki Ramírez  y Sergio Galleguillo, entre números folclóricos y de humor de diversos artistas y grupos de danzas.

Así, el público se emocionó desde el inicio con la canción “El Viejo Matías”, que fue el primer éxito de Víctor Heredia –que festejó 50 años de su primera actuación en el Festival de Cosquín-  y también cuanto cantó “Daniela”, dedicada a su hija. El músico agradeció la invitación de la Municipalidad de Embalse a participar de la grilla después de varios años desde su última actuación.

La cordobesa Coki Ramírez conquistó al público a ritmo de cuarteto en homenaje a Sebastián (fallecido en marzo de 2017), invitó a un joven del público a bailarlo sobre el escenario y hasta arrancó aplausos por su ocurrencia de cantarle una canción de amor a un fan tomándole la mano.

 

El cierre fue un desborde de alegría y baile. Sobre las 2 de la madrugada subió al escenario el músico riojano Sergio Galleguillo. A ritmo de “Niñachay” el folclorista dio pie a la lluvia de nieve loca y harina, elementos que caracterizan el Carnaval de La Rioja.

Desde el intendente de Embalse, Federico Alesandri, ubicado de pie en primera fila hasta el último de los asistentes al festival, cantaron y bailaron empapados y enharinados.

Fue un broche de oro a la espera de la próxima edición de un festival que ya es tradición en el verano del valle de Calamuchita.