Argentina

Caminar sobre volcanes

(Por Patricia Veltri).-

Al sur de la provincia de Mendoza, el departamento de Malargüe preserva regiones y atractivos naturales que se remontan a los tiempos en los que emergía la Cordillera de los Andes y la Tierra se convulsionaba erupcionando por las chimeneas de volcanes hoy dormidos.

La Reserva Natural La Payunia es la región que concentra la mayor cantidad de volcanes en el mundo: hay unos 800 conos relevados. Representa ese período geológico del planeta como si fuese una foto que detuvo el tiempo. Si para imaginar algo un recurso válido es cerrar los ojos, en La Payunia hay que abrirlos bien para abarcar un paisaje modelado por la acción volcánica que representa exacto y en forma natural lo que fue la Tierra en sus orígenes.
Volcanes, lava fragmentada, arenas negras de origen basáltico, formas curiosas que son el resultado del endurecimiento del material en estado líquido o cremoso eyectado por los volcanes (llamados campos de “bombas”), donde crecen  magros, ralos y amarillos algunos pastos, en medio de pampas negras y cerros rojizos se extienden por las 450.000 hectáreas de la Reserva La Payunia, ubicada 130 kilómetros al sur de la ciudad mendocina de Malargüe.
Se trata de una zona que tuvo una intensa actividad volcánica a fines del período Triásico, donde la furia subterránea derramó grandes mantos de lava que dieron origen a formaciones basálticas que conforman una postal semilunar, de una belleza exótica. También denominada Payún o Payén (voz que significa “lugar donde existe el cobre”), fue declarada área protegida en 1988 y constituye una franja de transición entre la fitogeografía del monte y de la Patagonia.

Resulta intransferible por la rareza la sensación de pisar encima de un volcán a más 2.000 metros de altura, sobre el manto de  una especie de piedrita pinchuda y negra que es la lava que cubre el suelo y una vista sin obstáculos hacia el infinito en 360º. El viento, en medio de la nada, por momentos desestabiliza y marea.

Los únicos seres vivientes con quienes el visitante se cruzará en la inmensidad de la región serán guanacos, choiques y liebres.

Los guías serán muy estrictos en el pedido de no salirse del camino trazado para no alterar el escenario. Es que la lava basáltica es tan pesada que el viento no la levanta. Entonces, una huella de apenas una pisada humana tardará cinco años en desaparecer por efecto de la erosión.

El paisaje desmorona la fantasía del volcán como un cono perfecto: las diferentes formas admiten cimas como una meseta.

Con guías autorizados se pueden recorrer y caminar por encima del volcán Santa María, las Pampas Negras (un arenal negro formado por lava muy fragmentada), alcanzar el Lonco Vaca, el desafiante Payún Matru (3.715 metros de altura y una laguna en su interior) o dar de lleno la mirada contra el volcán Payún Liso nevado (3.680 metros de altura, un cráter de 400 metros de diámetro) que parece cubierto por azúcar impalpable.

Todo allí pone los sentidos en alerta.

A reserva admite visitas todo el año, exclusivamente contratadas a agencias autorizadas o en la Dirección de Turismo de Malargüe. Esta práctica de turismo aventura puede hacerse como trekking y o travesías en 4×4.

Una opción es un recorrido que tiene una duración de entre 10 y 12 horas, desde y hasta Malargüe, y abarca unos 420 km. Se visita El Cerro Fortunoso, vista de los volcanes Payún Matru, Payún Liso y Santa Isabel; Campo de Bombas, Pampas Negras, el Real del Molle.
Otra, es un trekking a la Nariz del Marín: por la ladera Norte del Payún Matru se llega al Puesto de los Forquera, una familia que convida con un chivito inolvidable que constituye una de las dos recompensas al esfuerzo. La otra, para quienes tienen un estado físico entrenado, es el recorrido por barreales que utilizan los Forquera durante los arreos de chivos para llegar a la Nariz del Marín, que a 3.686 metros es el punto más alto de La Payunia y permite observar la totalidad del campo volcánico, laguna de Llancanelo y picos de Neuquén como el Tromen y el Lanín. Es una actividad de dos días y una noche, haciendo campamento en el puesto.