La Rioja: un viaje de 250 millones de años en cuatro días
Haciendo base en las ciudades de Chilecito y Villa Unión, se puede planificar una estadía visitando yacimientos arqueológicos y una laguna en la cordillera de los Andes.
(Texto y fotos: Patricia Veltri).-¿Puede uno zambullirse en un libro de geografía que se corporiza? La respuesta está en la provincia de La Rioja y es un rotundo “sí”. Esa geografía se remonta entre 250 millones a 65 millones de años atrás y las formaciones de las diferentes eras geológicas se pueden caminar, tocar y contemplar.
En la provincia de la región Norte de Argentina, tomando como base las ciudades de Chilecito y Villa Unión -que son las que concentran la mayor oferta de alojamiento e infraestructura turística- se puede armar un plan de viaje pernoctando dos noches en cada una para dedicar experiencias full day, de aventura y aprendizaje.
Reserva Provincial Los Colorados
La hoja de ruta puede tener su punto de inicio en Chilecito, poner rumbo a la emblemática RN 40 y continuar por la RN 74 hasta la Reserva Provincial Los Colorados. A la vera de la ruta, un pórtico de ingreso que conduce a un camino de tierra y una sucesión de cactus en hilera, hasta la recepción, son la antesala de un sorprendente mundo de geoformas de un rojizo intenso.
Algunos dicen que el sitio es “un mini Talampaya”, en alusión al Parque Nacional.
Los encargados de recibir a los turistas son los integrantes de la cooperativa El Chacho, quienes preservan el yacimiento arqueológico, viven allí, informan y guían a los visitantes.
Hay tres modalidades de excursiones: un recorrido básico a pie; un trekking de una hora y media y un safari de 3 horas en un camión 4×4 descubierto, que combina con trekking.
Apenas se pasa el conjunto de casitas de las 12 familias que habitan esa inmensidad de 20 mil hectáreas, el paisaje empieza a sorprender. El rojo del suelo a veces se mezcla con un blanco salitroso y las formaciones rocosas adquieren formas caprichosas que trepan en altura hasta recortarse contra un cielo celeste intenso y diáfano.
Como si fuese un set de filmación, hay sitios diferenciados: por ejemplo, el Valle de los Cactus, el Puente Natural y la Cueva del Chacho (guarida que supo usar el caudillo riojano Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza). Hay arte rupestre, morteros antiguamente usados por los indígenas y hasta sobrevuelan cóndores.
Juan, el guía de sitio, nacido y criado allí, va compartiendo sus saberes: cada tanto se detiene entre los arbustos y cuenta las propiedades medicinales.
Se puede visitar todo el año, de lunes a lunes, de 9 a 19. Se recomienda hacer reserva al teléfono 0384642945.
Cañón del Ocre
Desde Chilecito, andando 30 kilómetros hacia el norte hasta la ciudad de Famatina, se llega a otro tesoro geológico riojano que recibe el nombre de Cañón del Ocre.
Se ubica en la sierra de Famatina, un cordón surgido hace 900 millones de años. Los incas la habían bautizado Guamatinac, que se traduce como madre proveedora de metales; y con la llegada de los españoles, el vocablo derivó en Famatina.
Como parte de un proceso que inició en la era Glaciar, en esta zona se produjo el rompimiento de un dique natural cuya caída dejó al río 60 metros por debajo del sendero, encajonado entre paredones. Y allí abajo, serprenteando para el asombro, pasa un río amarillo como un limón por su componente de ocre (azufre y limonita).
La experiencia de observación es parte de un recorrido en 4×4 con agencia y guía habilitado. En el trayecto que llega hasta los 2.500 metros de altura, sorprenden guanacos en manada y se puede caminar entre petroglifos.
Hay un mirador que los guías turísticos utilizan para convertir la excursión en una experiencia: en una mesa y bancos improvisados con piedras y troncos del lugar, rodeados por decenas de amigables pajaritos amarillos y azules, se comparte un desayuno campestre con los visitantes que van llegando, provenientes de todo el país y del mundo.
Villa Unión, Cuesta de Miranda
Desde Chilecito se puede poner rumbo a Villa Unión andando por la escénica Ruta 40 que atraviesa la deslumbrante Cuesta de Miranda: colores rojizos, verdes y amarillos, y formas como talladas en la falda de la sierra Famatina, se van sucediendo hacia ambos lados de la ruta.
Conviene ir con tiempo, de modo de parar en alguno de los miradores, tanto para contemplar como para llevarse imágenes para el recuerdo. Abundan las curvas en el trazado que sigue el antiguo Camino del Inca (Chapaq Ñan) en el paso de esa civilización por esta región.
Así, se llega hasta Villa Unión. Desde Vinchina se emprende una excursión fascinante hacia Laguna Brava, enclavada a más de 4.300 metros de altura en la Cordillera de los Andes.
Forma parte de una reserva provincial y el guía habilitado se encargará de completar los requisitos que se exigen para el ingreso, sobre todo tendientes a dar seguridad al viajero. Depende de la Secretaría de Ambiente provincial y no se permite el ingreso sin guía habilitado. Hay un horario de ingreso y otro de egreso: es decir, los vehículos pueden circular solo en un sentido por el único carril que existe, que por tramos es de cornisa.
Luego de atravesar un paraje llamado Jagüé al que se ingresa por el lecho encajonado de un río seco, y la Cuesta de Troya por la RN 76, a los 3.600 metros de altura comienza la deslumbrante travesía que conduce a la Cordillera de los Andes. Las montañas más cercanas y los cordones más alejados van cambiando los colores según su composición rocosa, mineral y antigüedad. En tramos hay vegetación y también manchones de nieve. Las manadas de guanacos se pasean como en cámara lenta ante la observación de los turistas.
Hay varios puntos panorámicos que el guía propondrá como parada. Así se llega a la Bahía de los Flamencos o el Golfito de Laguna Brava, a los 4.327 metros de altura. El paisaje que se abre a la vista en 360° quita el aliento: una laguna blanca por su componente salino, flamencos, picos nevados, la inmensidad de las montañas y sus colores. También, el viento puede ser muy intenso.
Al regreso, se hace un alto para conocer uno de los refugios de piedra a semejanza del nido del hornero, construidos por Domingo Sarmiento en 1873, durante su presidencia, para dar cobijo a los arrieros que cruzaban ganado entre Vinchina y Chile.
Canón de Anchumbil es otro atractivo desde Villa Unión. Es un paseo corto, con un trekking sin ninguna exigencia física por el lecho de río seco, donde se ven a simple vista aleros con arte rupestre datados hace 900 años y un sector que se llama La Sartén donde se filtra una vertiente de agua de deshielo de la sierra Famatina.
El Cañón del Triásico es un imperdible para interpretar la evolución de la Tierra desde hace 250 millones de años. Allí puede observarse con la ayuda de un guía avezado, toda la secuencia del período Triásico hasta que emergió la Cordillera de los Andes, pasando por la sepación de los continentes, la aparición y extinción de los dinosaurios y mucho más en una espléndida clase de geografía bajo los pies y a la vista.
Datos útiles:
Para ampliar info: www.turismo.larioja.gob.ar
Agencias de viajes: @salirdelcrater, @wayraoffroad, @aventuratriasico